Esta historia es parte de un paquete conmemorativo en honor a Selena, la Reina de la Música Tejana. Read the story in English here.

Kacey Musgraves subió al escenario en forma de estrella del NRG Stadium, donde el Houston Livestock Show and Rodeo tiene lugar cada año. Bañada en una luz morada, la cantante de música country criada en el este de Texas empezó una canción que su audiencia probablemente no estaba esperando: una versión con toque country del gran éxito de Selena “Como la flor.” Al ver su presentación en YouTube, apenas se puede distinguir la voz de Musgraves sobre la de los miles de emocionados admiradores que cantan a toda voz el coro: “Ay, ay, ay, ¡cómo me duele!”

El homenaje de Musgraves el 25 de febrero de 2019 tenía un significado agridulce: casi 24 años antes—el 26 de febrero de 1995—Selena se había presentado en el Rodeo en lo que se convertiría en el último concierto televisado antes de su muerte un mes después. Famosamente, Selena había arrancado su abarrotado espectáculo en el Astrodome con un cambio en géneros que fue igual de atrevido que el de Musgraves. En lugar de abrir con uno de sus éxitos inspirados en cumbia, se lanzó con un popurrí disco, que incluía temas como “I Will Survive,” “Funkytown,” y “Last Dance.” Si alguno de los 61,000 seguidores de Selena allí presentes estuvo decepcionado, es imposible saberlo por la apasionada respuesta inmortalizada en el video de YouTube de su popurrí, que ha sido visto más de 38 millones de veces. En la cima de su carrera, Selena podía hacer cosas que ningún otro artista de música tejana se hubiera atrevido a hacer, y su audiencia la seguía intensamente.

El espectáculo en el Astrodome es un testamento de cuán popular y potente era la figura cultural de Selena Quintanilla Pérez—y de cuánto lo sigue siendo. A finales de febrero, el servicio de transmisión en tiempo real Spotify indicó que más de 5 millones de clientes reprodujeron sus canciones en las previas cuatro semanas. (En contraste, su paisana tejana Janis Joplin alcanzó solo 4 millones de oyentes.) Solo hace dos años, el álbum de 1990 de Selena “Ven conmigo,” el primer álbum tejano de una artista mujer en obtener el nivel oro, fue incluido en el Registro Nacional de Grabaciones de la Biblioteca del Congreso, un honor reservado para grabaciones consideradas “cultural, histórica o estéticamente significativas.”

Selena habría cumplido 50 años este 16 de abril y, como lo demuestran las historias en este paquete conmemorativo, su perdurable legado se extiende más allá de sus canciones. La artista musical nacida en Lake Jackson y criada en Corpus Christi, fue un modelo a seguir para una generación—y más generaciones por venir—de jóvenes latinas tratando de salir adelante en la tensa multiculturalidad. Sus pasos en el diseño de la moda celebraban, al mismo tiempo que desafiaban, sus raíces tejanas, expandiendo nuestro sentido de lo que puede significar ser latina bajo los reflectores. Sus conflictos con su conservadora familia resuenan con muchos admiradores queer; para los tejanos queer en particular, ella es vista como una heroína, al igual que Judy Garland fue un ídolo para las previas generaciones de hombres gais. Y claro, está la música, que continúa inspirando a todos, desde bandas tejanas hasta roqueros punk.

Tal vez, el testimonio más importante del legado de Selena es que, en lo que sería su cumpleaños 50, los escritores que hemos reunido para celebrarla son parte de una generación de latinos que creció después de su época de oro. Un par de ellos no había siquiera nacido antes de su muerte. Sin embargo, su devoción es tan fuerte como la de cualquiera que saltó y gritó de alegría hace todos esos años en el Astrodome.

Este artículo fue traducido al español por Elena Vega.